Hablemos de silencio

Thursday, October 26, 2006

2.SE ABRE EL TELÓN

- No tengo voz- pensó. No había desayunado. Tras esa primera impresión había retrocedido lo andado, arrugando la alfombra a su paso, de nuevo en dirección al baño. Ahora lloraba lágrimas que se confundían con el agua caliente sobre su cuerpo en un obligado silencio. El sonido de las cuerdas había cesado y el tiempo de descanso entre actuaciones era más que incierto. Los interrogantes intentaban salir de su boca de tal forma que se tornaban amargos. - ¿Qué hice ayer?¿Gritar quizás? No te engañes- añadía dándose la réplica a sí mismo- las veces que has gritado en tu vida se pueden contar con los dedos de una mano...- En ese momento despertó de sus ensoñaciones. Su madre, había aumentado la fuerza con que golpeaba la puerta a medida que aumentaba también su preocupación por él. Pero ahora eso no importaba. Se miró las manos. Las trincheras que tenía en las yemas de los dedos le decían que llevaba demasiado tiempo en la ducha. Pero ahora eso no importaba... se secó con la áspera toalla (quizás ya la había utilizado su padre). Se vistió y abrió la puerta, dirigiendo una fugaz mirada a su madre antes de dirigirse a su habitación, coger lo indispensable y salir.- ¿Dónde crees que vas?- le preguntó. Nada. Pareció ser respondida por la lenta hemorragia que sufría el grifo, incluso por el grito de auxilio de la cafetera por el café ya hecho. Pero no por su voz. El silencio se había presentado de visita, en la estancia, no tan indeseable como inesperado, como si de un intangible caballo de Troya se tratara. Al instante comenzó a pesar sobre sus hombros de una forma indescriptible, como solo pesan los bloques de plomo de los remordimientos y de los sueños inalcanzados. Abrió la puerta y salió. Le daba la impresión de que había sido introducido en un vodevil, y que solo habían entrado en escena los figurantes.

Saturday, October 21, 2006

1.EL CABALLERO DESARMADO

Desde que abrió los ojos supo que fallaba algo, pero su dolor de cabeza llevaba despierto más tiempo que él. Miró en rededor, no para asegurarse de que su cuarto seguía allí, sino más bien para que su sentido común le diese la razón en el debate que habían mantenido largo y tendido discutiendo sobre dónde se encontraban. Y sí. El ser humano volvía a imponerse a las cualidades abstractas. Pero, la satisfacción no iba a durarle mucho tiempo pues los pájaros de dentro de su cabeza de nuevo sacaron sus picos a relucir y le obligaron a levantarse. Comenzó a andar con parsimonia por el pasillo, deseando que esa larga alfombra no terminase nunca, pero todo lo bueno.... Frío. Sintió frío una vez llegado al baño, pero no era de ése que el otoño- el cual le observaba desde la ventana- introduce por las costuras de la ropa como polizontes que no tienen nada que perder, ni siquiera ése procedente del mármol que ansiaba dejar de pisar. No. Y las malditas migrañas no ayudaban a orientarse. Llegó a la cocina y el reloj le dijo la hora gustosamente.No hizo comentarios sobre su aspecto,ni reproches sobre las horas que había perdido en la cama (los relojes solo tienen un tema de conversación). Aún era pronto, su madre estaba envuelta en una bata calentando café. Le dió un beso en la mejilla- Buenos dias hijo- murmuró su madre bajo una máscara de insomnio, digna de un carnaval veneciano, fabricada por la preocupación. Y antes de responderle con la rutinaria consigna diaria, incluso antes de que el dolor de cabeza volviese a llamar a su puerta, supo con certeza la procedencia de ese frío. Era su garganta. Había quedado gélida y abandonada. Su mayor arma, su voz, se había ido y no había dejado ni una nota aclaratoria de despedida.